El asesinato de Vandor |
Autor: Felipe Pigna |
El 30 de junio de 1969 a las 11.30, mientras el presidente Onganía recibía a Nelson Rockefeller y el país no terminaba de recuperarse del terremoto político social que había producido el Cordobazo, Augusto Timoteo Vandor conversaba telefónicamente en su despacho de la Unión Obrera Metalúrgica con Antonio Cafiero. De pronto unos fuertes gritos que provenían de la planta baja del local de la calle La Rioja 1945 lo obligaron a despedirse de su compañero y salir al pasillo a ver de qué se trataba. Cinco balazos diéronlo por enterado. Un comando había copado la sede de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y puso término a su vida. ¿Quién era este hombre a quien sus propios compañeros y amigos apodaban el Lobo? Hijo de un matrimonio de campesinos franceses de ascendencia holandesa, había nacido en 1923 en Bovril, un pueblito entrerriano. A los 17 años se incorporó a la Marina como suboficial. En 1947, cuando Perón llevaba ya un año de gobierno, Vandor pidió la baja como cabo primero maquinista y se incorporó al movimiento peronista. En 1950 ingresó como obrero a la fábrica Phillips, se afilió a la UOM y fue electo delegado. Para 1955, su activismo sindical ya era lo suficientemente notorio como para no pasar inadvertido para los hombres de la Revolución Libertadora, que decidieron encarcelarlo por seis meses. La suerte de Vandor cambiaría sustancialmente en 1958 con la asunción de Arturo Frondizi como presidente y la sanción de la Ley 14.250, que permitió, cumpliendo lo pactado con Perón, el retorno de los peronistas a la conducción de los grandes gremios. En pocos meses, Vandor fue ascendiendo en la escala de la UOM hasta convertirse en el secretario general del gremio más poderoso de la Argentina, en el líder de las 62 organizaciones gremiales peronistas, y a través de ellas, en el hombre más influyente de la CGT. En 1959, el modelo desarrollista de Frondizi entró en crisis y los grupos de poder económico colocaron al ingeniero Álvaro Alsogaray en el Ministerio de Economía. Alsogaray concretó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional e impuso un severo plan de ajuste. El movimiento obrero respondió con una ola de huelgas. El conflicto metalúrgico se prolongó por más de un mes paralizando uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional. El gobierno de Frondizi decidió pactar con Vandor a través de un funcionario del Ministerio de Trabajo: Rubens San Sebastián. San Sebastián logró un acuerdo con Vandor que contempla un aumento salarial a cambio de pérdidas de derechos laborales de los trabajadores y aumento de la productividad. Crecieron los rumores sobre un suculento pago que habría recibido Vandor a cambio de la firma del convenio. Lo cierto es que su estilo de vida fue cambiando notablemente. De espectador y apasionado apostador del turf pasó a ser un importante propietario de caballos de carrera del nada popular hipódromo de San Isidro. Vandor tuvo una actitud oscilante con el gobierno de Frondizi al que atacó y defendió según sus intereses. A partir de 1963 fue el ideólogo del enfrentamiento obrero más duro contra un gobierno democrático: su "plan de lucha" con la ocupación de más de 10.000 fábricas durante el gobierno de Illía. También fue suya la idea de hacer lanzar miles de tortugas por la calle Florida aludiendo a la supuesta lentitud del gobierno radical. El Lobo fue el gran impulsor del Operativo Retorno, que se proponía el regreso de Perón. El 2 de diciembre de 1964, la Comisión Pro-Retorno, encabezada por Vandor, partió desde Madrid acompañando al ex presidente. Pero al llegar al aeropuerto de El Galeão, en Río de Janeiro, el gobierno brasileño ordenó el regreso a Madrid de la comitiva. En el entorno de Perón comenzó a pensarse que el frustrado operativo había sido una maniobra de Vandor para demostrarle al pueblo argentino que Perón no podía regresar y que se hacía imprescindible un peronismo sin Perón. El líder indiscutido de este movimiento neoperonista no era otro que el propio Vandor. Desde entonces las relaciones entre Vandor y Perón fueron de mal en peor y el conflicto estalló en ocasión de las elecciones provinciales de 1965, cuando Perón envió a la Argentina a su esposa Isabel para bendecir las fórmulas peronistas y repudiar a los candidatos vandoristas. El Lobo consiguió aparecer en la tapa del influyente semanario Primera Plana con un titular muy explícito: ¿Vandor o Perón? Pocos días después de haber sido derrotados todos sus candidatos a manos de los de Perón, en enero de 1966, Vandor sufrió un atentado del que salió ileso mientras estaba en el paddock de San Isidro. Muchos recordaron que por entonces circulaba una carta que Perón había dirigido a José Alonso secretario general de la Asociación Obrera Textil y rival de Vandor en la CGT, en la que el líder exiliado decía textualmente: "El enemigo principal es Vandor y su trenza. Hay que darles con todo y a la cabeza, sin treguas ni cuartel. Su acción fue de engaño, doblez, defección, satisfacción de intereses personales y de círculo, desviación, incumplimiento de deberes, componendas, acomodos inconfesables, manejo discrecional de fondos, putrefacción, traición, trenza. Por eso yo no podré perdonar nunca, como algunos creen, tan funesta gestión. En política no se puede herir, hay que matar, porque un tipo con una pata rota hay que ver el daño que puede hacer. Deberá haber solución y definitiva, sin consultas como ustedes resuelven allí. Esa es mi palabra y ustedes saben que Perón cumple”. En el primer semestre de 1966 se sucedieron los enfrentamientos internos en el sindicalismo peronista y en el seno de la propia UOM. El 13 de mayo de ese año comenzó a sesionar en Avellaneda el Congreso Nacional del gremio. Aprovechando un cuarto intermedio, los principales dirigentes metalúrgicos, entre ellos Vandor y su segundo, Rosendo García, se reunieron a tomar algo en un bar de la zona. A pocos metros de ellos, en otra mesa, se reunían los delegados del peronismo revolucionario Domingo Blajaquis y Juan Salazar. Comenzaron los insultos que se transformaron en agresiones físicas. Vandor lo miró a García y le dijo: "atrás hay cuatro tipos que no me gustan nada". Rosendo se dio vuelta y justo vio que uno de los cuatro sacaba un revólver. Del grupo de Vandor partieron varios disparos. Cuando pasó la confusión y retornó la calma tres cadáveres yacían en el suelo de la confitería Real: el de Blajaquis, el de Salazar y el de Rosendo García. Según la versión vandorista Rosendo García alcanzó a decir, tendido en el piso de su muerte: "Tené cuidado, Augusto. Te la quieren dar con todo. A mí ya me la dieron...". El escritor Rodolfo Walsh, en su célebre ensayo Quién mató a Rosendo, responsabiliza a Vandor por todas las muertes, incluyendo la de García. El informe de Walsh estaba avalado por pericias balísticas que el expediente judicial no tuvo en cuenta al declarar al Lobo libre de culpa y cargo. Horas antes de que una bala le perforara la espalda y el corazón, Rosendo García había brindado un reportaje al periodista Bernardo Neustadt. Su nombre había cobrado particular interés desde que unas 280 unidades básicas levantaban su candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el peronismo vandorista. Los que lo conocían bien decían que Vandor estaba un tanto preocupado por la rápida carrera ascendente de su compañero García y crecía su temor a quedar opacado por su segundo. En junio de 1966 eran pocos los que dudaban que la caída del gobierno de Illia era cuestión de días. Acosado por las huelgas, las presiones de los factores de poder que no le perdonaban sus políticas progresistas expresadas en el considerable aumento de los presupuestos de salud, educación y acción social y una prensa mayoritariamente hostil, el gobierno de Illia cayó derrocado por un nuevo golpe militar el 28 de junio de 1966. Entre los preveían el golpe estaba Vandor. No justamente por poseer dotes adivinatorias sino por ser uno de los actores protagónicos del golpe de estado. En ese carácter asistió de traje a la ceremonia de asunción del dictador Onganía y le expresó a la prensa su satisfacción por las buenas intenciones del presidente para con el movimiento obrero organizado. La férrea y negociadora conducción de Vandor debía provocar necesariamente el surgimiento de un núcleo opositor disconforme con las políticas dictatoriales y excluido de la participación sindical por el grupo vandorista. En mayo de 1968, mientras miles de obreros y estudiantes se apoderaban de las calles de París, se reunía en Buenos Aires el Congreso Normalizador de la CGT, llamado Amado Olmos en homenaje al dirigente gremial fallecido en febrero de ese año en un accidente de tránsito. El congreso concluyó abruptamente con la fractura de la CGT, que se dividió en la CGT Azopardo, liderada por Vandor, y la CGT de los Argentinos, liderada por el dirigente de los gráficos, Raimundo Ongaro. A partir de entonces y a través del periódico de la CGT combativa, Rodolfo Walsh comenzará a denunciar las maniobras de Vandor. En uno de sus números decía: "El vandorismo tiene su discurso del método que puede condensarse en una frase: El que molesta en la fábrica, molesta a la UOM; y el que molesta a la UOM-, molesta en la fábrica. La secretaría de organización del sindicato lleva un prolijo fichero de ‘perturbadores’, permanentemente puesto al día por los ficheros de las empresas”. No eran pocos los peronistas que habían pensado en matar a Vandor. Los que tomaron la iniciativa fueron ocho militantes del peronismo revolucionario que más tarde formarían la organización político militar Descamisados. La decisión de matar a Vandor se tomó en septiembre de 1968 cuando las seccionales vandoristas, en connivencia con las patronales, hicieron fracasar la huelga petrolera de Berisso y Ensenada. El proyecto quedó bautizado como "Operativo Judas". En marzo de 1969 el grupo quedó reducido a cinco militantes que comenzaron a evaluar la forma de ingresar a la inexpugnable sede de la UOM en Parque Patricios custodiada por unos veinte guardaespaldas de Vandor. Durante más de tres meses el grupo estudió las entradas y salidas, el movimiento de vehículos y los horarios de Vandor. También usaron esos meses para conseguir las armas: cinco ametralladoras calibre 22, dos pistolas calibre 45, un revólver 38, un 32 y dos pistolas 22 y tres kilos de trotyl por si no localizaban rápidamente a Vandor y debían volar el edificio. El grupo mantuvo en absoluto secreto sus planes por obvias razones de seguridad y porque recordaban que dos intentos anteriores de acabar con la vida del dirigente sindical habían fracasado porque el Lobo se enteró a tiempo y pudo comprar a los implicados. La actitud distante y casi condenatoria de Vandor frente al Cordobazo expresada en un comunicado del 5 de junio de 1969, seis días después del estallido cordobés, en el que llamaba al respeto a las fuerzas armadas y a la unidad de pueblo y Ejército, aceleró los tiempos del Operativo Judas. Cuatro integrantes del grupo se concentraron a las ocho de la mañana del 30 de junio de 1969 en el lugar acordado con la idea de llegar a la UOM a las 10 en punto. Pero problemas con el motor del auto retrasaron la partida. El quinto integrante, encargado de relevar la llegada de Vandor, esperó impaciente en Parque Patricios por más de una hora. A las once y treinta dejaron el auto estacionado a la vuelta de la entrada principal del gremio. Eran las épocas en las que podían dejarse los coches en marcha y con las llaves puestas. El reducido número de integrantes del comando no permitía que uno se quedara en el vehículo esperando. Para poder entrar falsificaron un expediente judicial con los datos del juez y juzgado que entendían en la causa Salazar-Blajakis, los dos militantes del peronismo revolucionario muertos en el tiroteo de la confitería La Real en Avellaneda. Cuando el encargado del local sindical abrió la puerta, uno de los integrantes del grupo se hizo pasar por oficial de justicia, exhibió el expediente y preguntó por Vandor. "Esperen un momento", contestó el portero. El supuesto oficial de justicia le dijo que no, que le tenía que recibir el expediente y lo apuró con una credencial de Tribunales. Ante las dudas del portero otro miembro del comando sacó una credencial de la Policía Federal y dijo que era de Coordinación Federal. Finalmente la puerta se abrió e ingresaron los cinco. Los ocasionales testigos estaban desarmados, la fuerte custodia estaba accidentalmente lejos de la puerta principal. El portero dijo que si lo querían ver a Vandor tenían que esperar, pero ante la sospecha de que el empleado avise a la custodia el grupo entró en acción extrayendo las metralletas y pistolas que traían bajo sus pilotos. Mientras dos integrantes del comando custodiaban la puerta los otros tres subieron al primer piso en busca de la oficina de Vandor. Cada uno llevaba un empleado como escudo, por si alguien disparaba desde arriba. Hasta ese momento, con excepción de los afectados directos, nadie parecía enterarse de nada; había un pequeño revuelo abajo, pero, como a esa hora siempre se trabajaba mucho, no se percataban de lo que realmente sucedía. A los reducidos de la planta baja se los puso con la cara hacia el piso a un costado de la escalera. Los tres de arriba ya no tenían nada que disimular y preguntaban a los gritos: “¿Dónde está Vandor?” Mientras tanto el Lobo mantenía una conversación telefónica con Antonio Cafiero que estaba inquieto por conocer la actitud de la CGT vandorista frente al paro general decretado para el día siguiente por la CGT de los Argentinos contra el gobierno de Onganía. "Quédese tranquilo Cafierito, está todo bien. Acabo de hablar con el coronel Prémoli y nos juntamos a la una para almorzar", dijo y colgó el teléfono. Prémoli era el secretario de informaciones de la dictadura de Onganía. Vandor en su último acto le había comunicado al dirigente peronista que "su" CGT mantenía las excelentes relaciones con el gobierno y no paraba. Los atacantes comenzaron a inquietarse abriendo todas las puertas que encontraban a su paso; cada vez más oficinas y en todas personas que debían ser reducidas. En la planta alta había dos vestíbulos con bastante gente: unos treinta en total. A todos se los puso contra la pared para que no viesen la cara de los agresores. El grupo seguía abriendo puertas buscando a Vandor y cuando se dirigía a una aún cerrada, se abrió y apareció el Lobo, atraído por el griterío. Alcanzo a preguntar "qué carajo pasa" y vio que lo apuntaba una pistola 45 a tres metros de distancia. Vandor no tuvo dudas de que era su final. Levantó los brazos como para cubrirse y recibió dos impactos en pleno pecho. Al girar recibió otro debajo del brazo y cuando cayó dos más en la espalda. Se desplomó en la antesala de su despacho y un integrante del grupo le colocó una bomba bajo su escritorio. La mecha del trotyl duraba cuatro minutos, el tiempo justo para escapar. A la gente que estaba reducida se le dijo que, a partir de la salida del grupo, tenía tres minutos para desalojar el local porque iba a volar todo. El secretario de prensa de la UOM, Federico Vistalli, alcanzó a arrastrar el cuerpo del Lobo hasta la salida para trasladarlo hasta el sanatorio metalúrgico en Hipólito Yrigoyen al 3200. Pero Vandor llegó muerto al centro asistencial en el que trabajaba su esposa, Elida María Curone. Curiosamente el comunicado por el cual el grupo operativo responsable del asesinato se adjudicaba el hecho fue dado a conocer casi dos años después del atentado, el 7 de febrero de 1971. Según sus autores la demora se debió a que "el ENR resolvió no hacer propaganda sobre el Operativo Judas hasta no disponer de una fuerza suficiente para garantizar la continuidad de su acción. Alcanzado este objetivo decide hacer público el presente comunicado. Siendo las 11.36 del 30 de junio de 1969, el Comando ‘Héroe de la Resistencia Domingo Blajaquis’ del Ejército Nacional Revolucionario, que ocupó el local de la UOM, sito en la calle La Rioja 1945, cumpliendo el ‘Operativo Judas’, procedió al ajusticiamiento del traidor Augusto Timoteo Vandor, complementando la acción con la voladura parcial del edificio para no afectar fincas vecinas”. El comunicado concluye diciendo: "Para los Judas no habrá perdón. Elijan libremente todos los dirigentes sindicales su destino. Viva la Patria". El nombre Ejercito Nacional Revolucionario fue un nombre ficticio utilizado para despistar a los servicios de inteligencia. Al momento de dar a conocer el comunicado, los autores materiales del asesinato de Vandor ya formaban parte de la organización guerrillera llamada Descamisados que años más tarde se fusionaría con los Montoneros. La misma tarde del 30 de junio de 1969 el gobierno decretó el estado de sitio y aprovechó la ocasión para intervenir la mayoría de los gremios de base de la combativa CGT de los Argentinos. Hubo detenciones masivas de militantes opositores y dirigentes obreros, entre ellos Raimundo Ongaro. Años más tarde, en enero de 1973, Perón le contó al diario peronista Mayoría que había mandado a llamar a Vandor en abril de 1969, y le había advertido que lo iban a matar. Decía Perón: "Yo le dije: a usted lo matan; se ha metido en un lío que a usted lo van a matar. Lo mataban unos o lo matan otros, porque él había aceptado dinero de la embajada americana y creía que se los iba a fumar a los de la CIA. ¡Hágame el favor! Le dije: ahora usted está entre la espada y la pared: si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo mata; y si usted le falla a la CIA, la CIA lo mata. Me acuerdo que lloró. Le dije usted no es tan habilidoso como se cree, no sea idiota, en esto no hay habilidad, hay honorabilidad, que no es lo mismo”. Autor : Felipe Pigna |
domingo, 31 de julio de 2011
El Asesinato de Augusto Timoteo Vandor por Felipe Pigna
sábado, 30 de julio de 2011
Marx intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica. Presentación por Daniel Bensäid
Bensaïd, Daniel. Profesor de filosofía en la Universidad de París VIII, Saint Denis. Director de la revista ContreTemps.
El hundimiento de las dictaduras del Este europeo no es sólo un acontecimiento en lo político. También lo es para el pensamiento y, especialmente, para la tradición crítica que desde hace siglos trabaja para sacar a luz el fundamento del reino de la mercancía. Durante mucho tiempo, Marx fue considerado el analista mas perspicaz de ese poder. Después, el dogmatismo se apoderó de su leyenda, le construyó un mausoleo y usurpó su obra.
Pero no se espere sin embargo de este libro la revelación de un pensamiento puro, al fin desprendido de sus escorias políticas. Porque si bien se mira, surge claramente que Marx se pasó la vida peleando con su sombra y discutiendo con sus propios fantasmas. Y acá no se trata tanto de oponer un Marx original a sus deformaciones, como de sacudir la pesada modorra de las ortodoxias, para que se aprecie la coherencia de una empresa crítica de actualidad indudable: ¿el fetichismo de la mercancía no llegó acaso hasta el último rincón del planeta?
En primer lugar, mostrando lo que con toda seguridad el pensamiento de Marx no es: ni una filosofía del fin de la historia, ni una sociología empírica de las clases anunciando la inevitable victoria del proletariado, ni una ciencia para conducir a los pueblo del mundo por los caminos del progreso inexorable.
Estas tres críticas - de la razón histórica, de la razón económica y de la positividad científica - discuten y se complementan. Están en el centro del empeño crítico de Marx y constituyen entonces, lógicamente, el esqueleto de éste libro.
Y explican también, al mismo tiempo, para qué puede servir hoy la relectura de los grandes textos - sobre todo El capital - , en qué contribuyen a la respuesta de los interrogantes contemporáneos sobre el sentido de la historia y la concepción del tiempo, sobre las relaciones entre las contradicciones sociales y los otros modos de conflictividad (según el sexo, la nacionalidad o la religión), sobre la validez del modelo científico predominante sacudido por las mismas prácticas científicas.
De este Marx intempestivo, que en su época rompió sin vacilaciones con los cánones científicos y políticos más reconocidos y resucita cuando se creía que sus cenizas estaban definitivamente aventadas, es preciso un balance con inventario. Y es lo que acá se hace: con ciencia, consecuencia e inspiración crítica.
Daniel Bensaïd, nacido en 1946, cursó estudios en la Escuela Normal Superior y es actualmente profesor de filosofía en la Universidad de París 8 Saint Denis. Es Director de la revista ContreTemps.
Expulsado del Partido Comunista de Francia en 1966, como dirigente de las Juventudes Comunistas Revolucionarias tuvo destacada participación en las luchas de Mayo del 68 en Francia. Fue miembro de la dirección de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia desde su fundación y de la dirección de la Cuarta Internacional desde 1969.
Además de Marx Intempestivo , publicó diversos estudios sobre Marx y los marxismos que no han sido traducidos al castellano, entre los que cabe mencionar: Le sourire du Spectre(1999), Marx et les huiéroglyphes de la modernité (2000), Le Nouvel Internationalisme(2003), Un monde à changer (2003), Les Irréductibles : théorèmes de la résistance à l'air du temps (2000), así como también un breve trabajo sobre Les trotskysmes (2002). Y en un registro más filosófico Le Pari mélancolique (1997), Qui est le juge (1999) y Résistances(2001).
In Memoriam...
martes, 26 de julio de 2011
18 de Julio una memoria histórica que no llega
Es realmente preocupante en un Estado Democrático como el nuestro que no se condene un régimen dictatorial, golpista como el nacido a partir de la sublevación de unos militares fascistas el 18 de julio de 1936, que no se hayan condenado sus crímenes contra la humanidad y que no se haya reparado la Memoria Histórica de aquellos cuyo único delito fue defender el orden democrático legítimamente constituido por vía electoral. ¿Cuantas oportunidades se han perdido de reparar tanto daño? ¿Cuantas más tendrán que pasar? Tenía preparado en mente la realización de este post hace tiempo, pero preferí dar preferencia a mi apoyo, por pequeño que sea, al blog de los amigos de la Plataforma de Defensa del Hospital Clínico San Carlos, tumbado por ser la única Insula de Barataria que sigue intentando hacer ver la verdadera realidad de un Hospital baluarte del modelo de gestión de la Sanidad Pública, por parte del Partido Popular.
Había leido el día del triste 75 aniversario del alzamiento golpista de un grupo de militares deshonestos y traidores con su juramento de defensa de las Leyes democráticas, que deshonraron la función que la Constitución les atribuye.y sigue mi perplejidad. Veamos lo que ha sucedido este último 18 de julio 75 años después de la mayor infamia de nuestra historia contemporánea.
Hay individuos que no se entiende todavía como se permite que estén desarrollando responsabilidades en un Estado democrático, cuando en un tono que en otros casos sería decir (con razón también) que es hacer apología del terrorismo -aunque éste sea de Estado-, decir que la Memoria Histórica es una invención. Los miles de asesinados por unos golpistas, la dictadura de 40 años y su terrorismo de Estado son una invención. ¿Dónde está el Fiscal del Estado para ver si estas declaraciones presumiblemente pudieran incurrir en apología y enaltecimiento del terrorismo y de los crímenes contra la humanidad?
Esto es lo que plantea el Diario Digital Noticias de Navarra, que ve lamentable que todavía hoy siga pendiente la recuperación de esa Memoria Histórica que para el señor León de la Riva es una invención. La legislación internacional, que curiosamente ha suscrito nuestro país, en materia de crímenes contra la humanidad sigue nuestro Estado sin hacer una condena histórica de un delito que nunca prescribe. Esto es lo que dice este diario, por más que algunos -como veremos- se empeñen en que como los criminales ya están muertos ya no hay nada que hacer. En este mismo sentido se expresa Prensa Latina.
Para el Diario Progresista Público, en la Memoria Histórica todavia hay una larga sombra que se proyecta hasta el presente. Una larga sombra de un grupo de militares rebeldes, con el general Franco a la cabeza, que instauraron un régimen de corte fascista, por más que a algunos les parezca esto una invención o que al estar sus protagonistas muertos que ya no hay nada que reparar. El asesinato evidentemente no pero el nombre, dignidad y el honor de tanto asesinado, tanto represaliado está todavía por restañar en la misma medida que cualquier víctima de terrorismo, aunque éste sea de Estado.
De este artículo extraigo textualmente el último párrafo, porque expresa al 100% mi pensamiento y mi forma de ver aquel suceso, perfectamente desarrollado en todo el texto:
Según expertos en la materia, España es en la actualidad el país con más desaparecidos del mundo después de la Camboya de Pol Pot. Miles de víctimas permanecen en fosas comunes y cunetas sin que el Estado asuma su responsabilidad de proporcionarles una sepultura digna. Por si fuese poco, el único proceso judicial en curso por los crímenes del franquismo sentará en el banquillo al juez que intentó investigarlos. ¿Cuándo cesará el oprobio?
En la línea de este último pensamiento del Diario Público se manifiesta la Asociación de la Memoria Histórica en El Economista que lamenta que se siga mirando para otro lado en esta cuestión. He encontrado en mi búsqueda argumental una notable información de Lidia Sierra en Gente Digital, con la curiosa foto que os pongo en el margen izquierdo. Como siempre una imagen vale más que mil palabras sobre cuándo merece la pena luchar y ver qué personas son las que luchan por sus ideales.
Era el incipiente sistema democrático, de reformas (estas en el sentido no pervertido) sociales de progreso, de esperanza e ilusión que un grupo de militares subversivos y facinerosos se encargaron de truncar.
Que se habían propuesto truncarlo desde el primer día en que se proclamó la República. por tanto además de sublevados y sediciosos, traidores, acreedores del delito de Alta traición, de Lessa Patria que tampoco prescribe. ¿Como que no hay nada que juzgar?
La fijación de la derecha con el Presidente del Gobierno actual, además de patológica, resulta repugnante en este asunto, por cuanto éste siempre ha llevado a orgullo que un familiar suyo fuera un militar leal al juramento democrático al que se debe cualquier ciudadano uniformado.
Resulta lamentable que sean grupos minoritarios -no por ello más cargados de razón- sean los únicos que presentan mociones para que el Gobierno condene el Golpe Militar. ¿A qué está esperando este gobierno socialista para condenar un golpe que acabo con la vida de miles y miles de sus compañeros?.
En Valencia el Partido Popular se niega a que Franco deje de ser Alcalde Honorario, como en Castellón porque como está muerto ya no tiene sentido retirar esos nombramientos. El Estado no sanciona el incumplimiento del artículo 15 de Ley de Memoria Histórica, como tampoco lo hace aquí en Madrid, manteniendo nombres de calles y de instituciones de criminales de guerra.
Incluyo el párrafo que voluntaria o involuntariamente ha amputado el diario ABC de la Agencia EFE, recogida en su totalidad por el Diario Digital ADN:
El Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de la Fundación Societat i Progrés ha reclamado que ciudades como Valencia dejen de tener a "Franco todavía como alcalde (honorario) de la tercera ciudad de España" en un día en el que se cumplen 75 años del inicio de la guerra civil española.
Por Memoria Histórica
lunes, 25 de julio de 2011
domingo, 24 de julio de 2011
sábado, 23 de julio de 2011
Algo sobre el uso y el abuso de la palabra popular , promiscuidad estética y mediocridad conceptual por Luis Mattini
Al parecer, la palabra popular no necesita demasiada explicación, puede decirse que todo el mundo sabe lo que significa. Sin embargo parece que ciertos especialistas de las llamadas ciencias sociales tienen una increíble confusión. Y como esa gente suele tener prensa, la cosa merece cierta atención, porque a ello se agrega que existe poca actividad tan superficial como el periodismo. Así es, según decía es periodista uruguayo Andrès Alsina Bea, el periodismo es superficial por definición. Por eso al cruzarse con popular, se transforma en explosivo.
En efecto, ahora se acostumbra usar esa palabra, popular, como adjetivo de ciertas ocupaciones, por ejemplo "Docente popular"; "Artista popular" "Trabajador popular"; "Pintor popular"; "Escritor popular"; "Poeta popular" ; Periodista popular, y así de seguido.
Veamos un tantito que dice el diccionario de esa palabra: del latin popularis . 1.- adj. Perteneciente o relativo al pueblo. 2 adj. Que es peculiar del pueblo o procede de él. 3.- adj Propio de las clases sociales menos favorecidas 4.- adj Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente. 5.- adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general. 6.- adj Dicho de una forma de cultura: Considerada por el pueblo propia y constitutiva de su tradición.
Bien, sin embargo ha de admitirse que lo que en general entiende la población es la acepción número cinco, que es la más apropiada: Popular es aquello muy conocido, apreciado o valorado por el público, digamos por la población en general. Pero indagando en el tema con las demás acepciones veamos más respecto a la primera y segunda acepción. Empecemos por preguntarnos qué cosa serian los individuos de esas profesiones citadas si no fueran parte del pueblo. O dicho de otra manera: los docentes de todo el país que no se agregan ese adjetivo, ¿Pertenecerán al pueblo? ¿Vendrán de Marte? Porque una cosa es segura, los docentes son laburantes, quizás de cuello blanco, pero de ninguna manera son parte de la oligarquía, o sea son plebeyos, parte del pueblo. Luego…esos profesionales que se agregan el adjetivo ¿Se anotan en la tercera y cuarta acepción? ¿Es decir pertenecen a las clases sociales menos favorecidas o son menos dotados? Más luego todavía y aquí si hay que observar la pretensión ¿Quién otorga el adjetivo de la quinta acepción a los individuos? ¿O sea cómo sabe que son "populares" en el sentido de famosos, conocidos o queridos por el público?
Está claro que un artista, profesional, o cualquier persona pública, puede llegar a ser popular, pero en ningún caso por decisión propia. No es parte del curso que hizo, no lo da la academia, no es cuestión de voluntad, sino de otros múltiples factores que vienen desde afuera en donde el talento es prioritario. Lo que natura non da, Salamanca non presta. El más popular de todos los tiempos, Gardel, nunca dijo "yo soy un artista popular", ni siquiera se lo propuso, le "salió" nomas. Va de suyo que, por ejemplo, quien consagró como popular a Perón, fue el 17 de Octubre. O sea, nunca un artista o un dirigente político o social es popular por decisión propia o porque se agregue esa palabra a su apellido. Con esto creo que sobre el arte y la política no hay nada más que decir, Esta perfectamente claro.
Pero resulta que ahora aparece el adjetivo popular en ciertas actividades, digamos, "científicas", o al menos técnicas, que parecerían explicar que existe una ciencia normal, me atrevo a decir "burguesa" y otra "popular". Claro, después de la vergüenza intelectual que este juicio me produce, puedo entender que las nuevas generaciones, que no conocieron el estalinismo, ignoren las fuertes polémicas y el repudio de la gente inteligente a la "teoría" estalinista que sostenía que había un "arte proletario", una "ciencia proletaria" y ni hablar de la "moral" proletaria. Recomiendo los textos de Trotsky al respecto, son de una claridad meridiana, un placer para el intelecto. Y claro, tenemos que tener en cuenta que en estos tiempos de señoreo del eclecticismo, en que el llamado progresismo pegado al policlasista populismo, tomó el lugar de las visiones clasistas de los revolucionarios, la palabra popular pareciera reemplazar el contenido de viejos sueños de emancipación.
Entonces pregunto a esa persona que se autotitula, sin el más mínimo rubor, "Docente popular" ¿Tan conocido es Ud? Y esa persona me contesta "No, por favor señor, yo no me refiero a la fama, yo quiero decir que lo que hago es enseñar al pueblo" Entonces pregunto "Los miles de docentes del sistema educativo que no se autotitulan así ¿A quienes enseñan?" Entonces esa persona explica que esos docentes transmiten conocimientos de la ciencia burguesa o, como dicen ahora, "del sistema", y en cambio él transmite conocimientos alternativos, o sea populares. Después de sacudirme el estupor por este regreso al estalinismo, claro que a un estalinismo ligth, dado que viene del progresismo, después de pedirles disculpas ajenas a los matemáticos, los físicos, los químicos, los historiadores, los ingenieros, los mecánicos, los lingüistas, los gramáticos , los geólogos, y la larga lista de esos burgueses, le pregunto a este señor pedagogo, docente, sociólogo, etc "popular", con mala intención de mi parte, lo admito, de dónde obtiene esos conocimientos tan novedosos o alternativos que se propone transmitir al pueblo. Y esa persona vacila, medio tartamudea, y sólo puede balbucear: "del pueblo"
Y por fin sucede que ahora sí caigo en lo que yo no podía entender: que estas personas, es decir quienes se agregan ese adjetivo a su profesión, se proponen profesionalizar los conocimientos que tradicionalmente se transmiten de boca en boca, de mano en mano…..a ver…un profesional con título adjetivado para que nos enseñe a lavarnos las manos antes de comer, nos explique cómo se hace un huevo frito, o el nudo de la corbata, o como se pega un botón, cómo se puede alimentar a nuestro perrito que ahora se llama "mascota" con los restos de la comida del hogar, cómo se destapa el inodoro… epa, epa…se ataja nuestro consultado, tanto como eso no, no sólo eso, no sea ordinario… bueno…corregimos, y entonces el señor intenta explicarme lo que es la "ciencia popular", pero como no puede conceptualizar, recurre al ejemplo y me habla de la arquitectura empleada en la expansión de la Villa 31 de Retiro, teniendo en cuenta que la propia Presidenta dijo que esa Villa reflejaba el crecimiento del país. Allí la gente construye sin necesidad de los arquitectos, parece que desarrolla una arquitectura popular.
Pero ahora la cosa está clara, ese agregado del adjetivo a profesiones, por otra parte muy tradicionales, por lo tanto burguesas, (entendiendo burguesa como una categoría, no como un insulto) es una forma de sistematizar los conocimientos espontáneos surgidos de la práctica social cotidiana. O sea hacerlos pedagogibles (perdón por el neologismo, lo acabo de inventar) para lo cual no podrán evitar buscar las regularidades, que no son más que el principio en que se basan las leyes, todo ello desde una supuesta óptica alternativa. ¿Alternativa a qué? ¿A qué superación de la "ciencia burguesa" se refieren si no puede salirse de su epitesmología; si los ejemplos que usan son fenómenos que devienen de la aplicación, aunque sea sui generis, de la conceptualización de las ciencias o técnicas "burguesas" En la Villa 31 construyen con regla, nivel, plomada y compás, por más que sea una regla torcida, un nivel desnivelado, un plomo de plomada y un compás sin punta. Dicho seriamente: una defectuosa imitación de la "técnica burguesa" ¿Sabe Ud que Stalin no sólo negó la obra de Freud por burguesa y judía sino la teoría de la Relatividad de Einstein, porque también era burguesa y judía? Eso es sabido. Luego es posible imaginarse que los soviéticos no habrían salido al espacio si sus sabios hubieran obedecido a Stalin ignorando las teorías de Einstein. Lo que no es muy sabido, en cambio, es la notable cantidad de empleados de las embajadas rusas en el exterior a la URSS, que aprovechaban a hacer terapias con psicoanalistas
¿Cómo se explica semejante mal uso del concepto de popular? Mirado a fondo el asunto y un poco mal mirado, lo confieso, da toda la sensación que esta malversación es el producto de las frustraciones de postulantes a artistas o científicos "fracasados", entrecomillando la palabra ya que no es un adjetivo de mi gusto por lo peyorativo, que de alguna manera encontraron una manera de ganarse la vida en medio del reino de la promiscuidad estética y la mediocridad conceptual, en esta era del fin de los grandes relatos. Es en esta situación, cuando, a pesar de mi critica y mi entendimiento sobre su inevitable y necesario fin, confieso que suelo echar de menos esos grandes relatos que a veces impedían el desarrollo de la estupidez, protegida por las ciencias sociales y disfrazada de "alternativa".
Por Luis Mattini para La Fogata
martes, 19 de julio de 2011
A 35 años de la caída en combate de Mario Roberto Santucho por Luis Mattini
Mi último día con Santucho
Por Luis Mattini (LA FOGATA)
El 18 de julio de 1976 –un domingo que precedió a lo que sería el nefasto lunes 19– estábamos reunidos el resto del Buró Político del PRT, en el departamento del Gringo Mena, en un cuarto piso de la calle Venezuela, en Villa Martelli, frente al cruce del Acceso Norte con la Avenida General Paz: Mario Roberto Santucho, Domigo Mena, Benito Urteaga y yo.
Santucho se despedía.
Al día siguiente, después de la reunión de constitución de la OLA (Organización para la Liberación de Argentina, el muy original nombre que propuso Firmenich para la unidad entre PRT, Montoneros y Poder Obrero), saldría para La Habana. Ya le habían hecho algunos retoques para enmascarar su rostro, enrulado un tanto el pelo y con algún matizador que suavizaba su tono renegrido.
Pasajes y pasaportes, todo listo. Saldría más o menos a las cinco de la tarde junto con Liliana. Los esperaba un intrincado itinerario hasta llegar a Cuba.
Se instalaría en La Habana más o menos un par de años y cada dos meses viajaría uno de nosotros para mantener el vínculo directo con el Buró Político. Benito Urteaga sería el titular interino del organismo durante su ausencia.
Santucho no iría, precisamente, de descanso. En Cuba establecería un plan de actividades que abarcaba todo el globo terrestre, principalmente estrechando vínculos con el campo socialista y el tercer mundo. La misión fundamental era conseguir entrenamiento a nivel de oficiales para un centenar de cuadros del PRT-ERP
Aunque me resulte extraño ahora, al recordarlo, el ambiente en esa despedida era de gran optimismo. Creíamos que habíamos pasado lo peor, que habíamos aprendido mucho con los severos golpes recibidos. Entendíamos que la nueva política del PRT de repliegue hacia el movimiento de masas, para consolidarse y estar en condiciones de dirigir la próxima ofensiva del movimiento popular, implicaba una enorme maduración política.
Ese domingo transcurría entre reunión formal del organismo y charlas informales entre amigos. Una picada, algunos brindis, recomendaciones y más recomendaciones de Roby. Ante todo cuidar, la unidad del partido, el funcionamiento aceitado de sus organismos, la regularidad de la prensa, el incremento de la penetración en el movimiento obrero y la dosificación de las operaciones armadas –en hostigamiento permanente a la dictadura–, pero sin arriesgar grandes fuerzas hasta tanto no empezara el nuevo auge de masas calculado en un par de años.
El crepúsculo está cayendo.
Desde la semipenunbra de este cuarto piso, vemos el tránsito de la Panamericana, mientras mantenemos la que será –y lo ignoramos– la última conversación de este grupo.
El Gringo Menna ha salido, como siempre, como un ventarrón. Benito prepara sus cosas canturreando tangos de la Rinaldi por lo bajo. Roby y yo quedamos hablando de su misión en La Habana, de Fidel, de Ochoa y de Piñeyro, de cómo tratar con cada uno de estos hombres claves en Cuba. Discutimos también la composición del Buró Político. Yo sostengo que el mejor cuadro para cubrir la vacante es Eduardo Merbilhá (quien funciona como adscrito, sin ser miembro pleno). Roby insiste con Julio Oropel, un obrero de Córdoba, para mantener "el peso de clase", que se ha debilitado mucho con las caídas.
Yo estaba participando –¡y lo ignoraba en ese momento!– de la última conversación con Roby, el Comandante, el hombre a quien apenas seis años atrás había escuchado, por primera vez y enmascarado, en un departamento del Barrio Norte.
"... Julio Oropel", "es importante el peso de clase, Luisisto..."
Palabras más, palabras menos –hasta donde me es fiel la memoria–, me revisitan cada tanto, al trasluz de ese crepúsculo final de Villa Martelli.)
Por la noche Benito y yo nos retiramos, conviniendo en que nos encontraríamos al día siguiente, después del mediodía, cuando se suponía terminada la entrevista de Santucho con Firmenich. Un encuentro breve, tan sólo para informarnos del resultado de la reunión y darle a Roby el abrazo de despedida.
En el departamento quedaron Santucho, Liliana, Mena, su compañera Ani y el pequeño Ramiro, hijo de Mena. Un piso más abajo vivía Eduardo Merbilhá con su mujer y sus hijos.
En la casa no había guardia y no más armas que una pistola Browning de alza y mira especial, que los cubanos le habían regalado a Roby, las Browning comunes, que utilizábamos cada uno para autodefensa, y un pesado Magnus, orgullo del Gringo Mena, que manejaba a dos manos.
Al día siguiente, 19 de julio de 1976, Santucho no salió de la casa como estaba previsto porque la reunión con Firmenich abortó. Enrique Gelhter, secretario de Santucho, fue a la cita previa con el delegado de los Montoneros y no apareció nadie. Esas cosas solían suceder y no causó demasiada alarma.
A mediamañana, según parece, habría regresado Benito Urteaga con su pequeño hijo. Mientras tanto, los dueños de casa, el Gringo y Ani, continuaban con citas y otras actividades. En uno de esos encuentros habría sido detenido Mena, en la estación Lisandro de la Torre, muy cerca de allí.
Entre las dos y la tres de la tarde de ese día, salía yo de una de las casas de recambio para el Buró Político ubicada en Martínez. Iba acompañado por Guillermo, con intención de dejarlo en la Panamericana y dirigirme a la casa.
Me detuve en una estación de servicio y llamé al departamento de Mena dando mi santo y seña, para activar la señal de peligro, es decir la medida de precaución que tomábamos siempre antes de ir a una casa. En este caso era el teléfono y la palabra "Flores".
–Hola, habla Flores.
Del otro lado de la línea, una voz desconocida y muy suelta de cuerpo me respondió más o menos así:
–¿Flores? ¿Qué dice, Flores, cómo anda? Lo estamos esperando.
Por una de esas jugarretas de la mente, pensé que los teléfonos se habían ligado. Insistí un minuto más y después colgué porque teníamos la información de que la Policía Federal podía llegar a cualquier teléfono en menos de diez minutos.
De inmediato instruí a Guillermo que suspendiera toda actividad y se concentrara a la espera de órdenes, y me dirigí a cambiar de central telefónica para volver a llamar.
Al acercarme a la Avda. General Paz por la Panamericana, miré hacia la ventana del cuarto piso y la vi totalmente abierta, con una luz encendida. No necesitaba más.
Pero, de todos modos, busqué otro teléfono en el barrio de Saavedra.
–Hola, habla Don Luis.
Y otra voz, también desconocida, me respondió. La catástrofe se confirmó.
Después supimos que una patrulla del Ejército, al mando del Capitán Leonetti, había asaltado el departamento y que en el tiroteo murieron el propio capitán y cayeron heridos de muerte Benito Urteaga y Mario Roberto Santucho. Liliana Delfino, Domigo Mena y Liliana Lanciloto, su compañera, integran la larga lista de detenidos-desaparecidos. En otro extremo de la región, por la tarde, era secuestrado Enrique Gelther, también destinado a la nefasta lista.
Se me ha preguntado muchas veces que sentí en ese momento. No me es posible responder. Mis sentimientos quedaron anulados, escondidos por la urgencia de la acción inmediata. Fue como si la artillería enemiga hubiera hecho blanco en el Estado Mayor y las trinchera hubieran cedido.
Asumí el mando, automáticamente, y me dediqué a cerrar las brechas.
Yo era un cerebro que pensaba y un cuerpo que actuaba.
La sensación de que el enemigo había llegado tarde es el único sentimiento que registro de aquellos días subsiguientes, reorganizando la dirección con Eduardo Merbilhá y otros compañeros. Así lo escribí, incluso, en el primer editorial de nuestro periódico El Combatiente referido a los hechos: "El enemigo llegó tarde con su golpe mortífero porque el Comandante Santucho había logrado formar un cuerpo colectivo que era su herencia …". (Cito de memoria)
Sé que hoy pueden sonar grandilocuentes o patéticas estas palabras, pero entonces eran la expresión de un legítimo sentimiento consciente.
Y, si nos salimos de la visión lineal de "victoria" o "derrota" –más aun, "éxito" o "fracaso", o de otros posibles desenlaces–, no me equivocaba. Todos los demás dirigentes, y yo mismo, seguíamos siendo –como he dicho en otra parte– hombres y mujeres con mayores o menores talentos. Santucho seguía siendo diferente. Desde luego, también como él, habíamos aprendido mucho y acumulado experiencia, y así la distancia con Roby se había ido diluyendo en un espíritu colectivo que lo excedía y que trascendió la época.
Se ha dicho más de una vez que la ascendencia de Roby estaba dada porque él era la síntesis de la conciencia colectiva del PRT por encima de la diversidad de sus componentes.
Sin embargo, creo que –aun siendo lo anteriormente dicho parte de la verdad– es al menos insuficiente hablar sólo de "conciencia".
Porque Mario Roberto Santucho –el sucesor del Che en Argentina–, más que la conciencia, era la encarnación del deseo, la pasión colectiva inconsciente que, por medio de una práctica peculiar –en este caso y por las circunstancias, la lucha armada– pugnaba por transformarse en pensamiento consciente, en forma de conciencia social que demanda a cada generación ser fiel a su época.
Luis Mattini para la Fofata
domingo, 17 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
Los parches en Wall Street y crisis capitalista por Rolando Astarita
PARCHES EN WALL STREET Y CRISIS CAPITALISTA
El Senado de EUA acaba de aprobar nuevas regulaciones sobre las instituciones financieras. La medida está acorde con el diagnóstico del establishment económico (FMI, BIS, consultoras, departamentos de economía de las grandes universidades, etc.) y de la dirigencia política (por caso, gobiernos del G20) sobre las causas de la crisis. La crisis se habría debido a la codicia de Wall Street, y a la falta de regulación estatal. Esta explicación, que ha popularizado Krugman, es compartida por sectores del progresismo, e incluso de la izquierda. La liberalización de los mercados, realizada en época de Reagan, habría llegado demasiado lejos, y es hora de ajustar las clavijas. Con alguna dosis de intervención estatal, nuevas crisis serían evitables. La discusión ahora es acerca de cuánta medicina reglamentaria es necesaria para que el capitalismo funcione sin sobresaltos.
El propósito de esta nota es discutir esta idea. Para eso, el escrito se ordena de la siguiente manera. En primer lugar, presentamos un resumen de las medidas, y explicamos brevemente su significado, con relación a la forma en que operan los bancos y algunos mercados financieros. En segundo término, analizamos estas medidas en el contexto de la relación entre mercados y Estado; y su conexión con la especulación y la crisis. Por último, ofrecemos algunas razones de por qué pensamos que estas medidas no eliminan las causas de las crisis generales del capitalismo.
Las medidas
En primer lugar, se establece que los reguladores estatales tendrán más autoridad para inspeccionar la situación de las entidades financieras, y sus activos, desde hipotecas a títulos complejos. Para este fin se crea un consejo de reguladores federales, liderado por el Secretario del Tesoro. Se dispone también la creación de una agencia de protección al consumidor de servicios financieros y bancarios, que va a funcionar dentro de la Reserva Federal, aunque con relativa autonomía. Además, se establece que las instituciones financieras deberán mantener más capital como reserva, y reducir su apalancamiento. También se determina que derivados que hasta ahora se comercializaban de manera descentralizada, como los swaps (de intereses, de default, etc.), lo harán a través de mercados centralizados. Los bancos deberán separar las divisiones que operen con derivados. Y tendrán limitaciones a las operaciones con su propio capital (equity); solo podrán invertir en títulos del Tesoro, en obligaciones de agencias gubernamentales y emisiones municipales. También se establece que el Estado podrá hacerse cargo de una empresa financiera que colapse, como sucede actualmente con respecto a los bancos.
Apalancamiento y crisis bancaria
El sentido y contenido de la reforma se vincula con las explicaciones dominantes sobre las causas de la crisis. Y con las tensiones por hacer prevalecer los diversos intereses de las fracciones del capital. Para avanzar, necesitamos explicar brevemente cómo funcionan los bancos, y algunas cuestiones conexas.
Un banco es una institución cuya primera operación básica consiste en recibir dinero, pagando un interés, para prestarlo con un interés algo más alto, sea otorgando préstamos, o invirtiendo en títulos. Su otra operación básica consiste en operaciones monetarias como pago o cobro de facturas, organización de operaciones de préstamos, recaudación de fondos para empresas, guarda de dinero, y similares.
Los depósitos de cuenta corriente y a plazo, y los préstamos tomados, constituyen el pasivo del banco. Los créditos otorgados, y los títulos en que el banco invirtió el dinero, constituyen su activo, junto a la reserva monetaria, o encaje. Con el encaje el banco hace frente a los requerimientos cotidianos de liquidez por parte de los depositantes.
A estos dos grandes ítems del balance (activo y pasivo), se suma un tercero, que se ubica como un renglón separado del lado del pasivo. Se trata del capital propio de los accionistas (equity) y representa la riqueza neta del banco. En otras palabras, es el valor de los activos que son financiados por los propietarios del banco, y no por los depositantes, u otras fuentes. En el balance surge de la diferencia entre el activo y el pasivo. Según las recomendaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS), adoptadas por los gobiernos, los bancos están obligados a mantener una cierta relación capital propio/activos. En términos generales, es del 8% sobre el conjunto de activos (la cuestión es un poco más compleja, pero por ahora lo dejamos así). Para fijar conceptos, ofrecemos un ejemplo numérico (en millones de dólares) de un banco hipotético.
ACTIVO | PASIVO |
Encaje 5 | Cuentas corrientes 6 |
Créditos otorgados 90 | Cuentas a plazo 80 |
Títulos 75 | Préstamos tomados 70 |
Total 170 | Total 156 |
CAPITAL PROPIO (EQUITY) 14 |
Este banco tiene activos por 170 millones, pasivos por 156 millones, y capital propio de 14 millones.
Veamos ahora las ganancias del banco.
Un negocio fundamental del banco consiste en tomar dinero a una tasa, y prestarlo a una tasa superior. De manera que una parte muy importante del ingreso de los bancos proviene de esta diferencia, o spread, entre tasas de interés. La segunda fuente importante de ingresos se deriva del cobro de comisiones por las operaciones (cobros, operar en los mercados financieros, etc.) que realiza para sus clientes.
Con sus ingresos el banco paga a sus empleados, afronta otros gastos, y paga impuestos. El neto que surge de descontar estos gastos del ingreso constituye su ganancia.
A su vez, la rentabilidad del banco se mide por la relación entre el beneficio y el capital propio; es lo que se conoce, en inglés, como ROE (return on equity). Observemos que cuanto más se apalanque el banco, más alto puede ser el ROE. Por eso los bancos acostumbran tener un alta ROE, aunque una baja rentabilidad en relación al conjunto de activos que posee (ROA, return on assets, que es la relación ganancias/activos).
Por otra parte, si los créditos otorgados no se pueden cobrar, el banco deberá ponerlos en la categoría de “non performing”, y eventualmente plasmar esa pérdida en su balance. Algo similar ocurre si los títulos que posee el banco en su activo se desvalorizan. Por ejemplo, si los deudores hipotecarios no pueden pagar, caen los precios de los títulos respaldados en hipotecas que posee el banco. Pero al disminuir el valor del activo, baja el capital propio del banco. Si la baja continúa y se profundiza, llega un punto en que el banco no puede seguir operando, y debe capitalizarse. Sin embargo, si los inversores advierten que el banco está en situación de insolvencia, pueden negarse a invertir. Entonces los accionistas se desprenderán rápidamente de las acciones (tratan de salvar algo, antes de que licue por completo su capital), precipitando la caída. Es lo que sucedió con Lehman y otros grandes bancos, que sufrieron una implosión bursátil. En los años treinta, en cambio, los bancos caían por retirada precipitada de los depósitos. En los 2000 los bancos tenían seguros de depósitos, pero colapsaban por falta de capitalización. Es una opinión generalizada que en esto incidió un alto nivel de apalancamiento.
Indudablemente, en vísperas de la crisis de 2007, el nivel de apalancamiento de los bancos de EUA había llegado a un altísimo nivel. Según el Informe del Presidente de EUA de 2009, antes del estallido de la crisis los bancos de inversión estaban apalancados en una proporción de aproximadamente 25 a 1. Esto significa que de cada US$ 100 de activos, US$ 96 estaban fondeados en deuda, y solo US$ 4 en capital propio. En consecuencia bastaba una caída del 4% en el valor de los activos para eliminar todo el capital de estos bancos. Este grado de apalancamiento, por otra parte, permitió que bancos obtuvieran altas ROE durante el boom. Entre 1995 y 2005 el ROE promedio de Morgan, Merril Lynch, Goldman Sachs, Lehman y Bearns osciló entre el 14 y 20% (cálculo propio en base a Fortune 500). Para tener una medida de comparación, el ROE promedio en los países adelantados, del sector financiero no bancario y del sector bancario, osciló, en el período 2001-2007, entre el 11 y 13% (BIS, Informe anual 2010).
Señalemos todavía otra forma de apalancamiento, que también agravó la crisis bancaria. Una forma de aumentar las ganancias bancarias fue tomando préstamos a corto plazo, por los que pagaban una baja tasa, para invertir en títulos de largo plazo, que rendían una tasa más alta. A fin de aumentar este diferencial, los bancos tomaban préstamos a un plazo muy corto, de aproximadamente una semana. Esto es, semanalmente debían renovar estos préstamos. La operatoria era redituable, pero riesgosa, ya que cuando estalló la crisis los mercados monetarios “se secaron”, y los bancos no tenían manera de conseguir fondos.
En base a esta experiencia, la reciente reforma financiera obliga a los bancos a disminuir el apalancamiento. Muchos piensan que con esto se elimina una de las causas principales de la crisis.
Operaciones con capital propio
Las operaciones con capital propio (proprietary trading) consisten en la utilización del dinero propio del banco para obtener beneficios, y están conectadas con el apalancamiento.
Tradicionalmente las operaciones con capital propio se asociaron a los bancos de inversión. Esto se debe a que estos bancos, que se encargan de recaudar capital para empresas, “hacen mercado”. “Hacer mercado” quiere decir que toman posiciones. Por ejemplo, un banco de inversión que actúa como agente de colocación de acciones para una empresa, puede comprar esa acción a cierto precio, con la intención de revenderla luego y ganar haciendo una diferencia. Así este banco está proveyendo de liquidez al mercado, y al hacerlo puede utilizar su propio capital. Algo similar ocurre con los departamentos de los bancos que operan en mercados como el de acciones, o el cambiario. El banco que actúa en el mercado bursátil, por ejemplo, puede estar comprando la acción que está vendiendo su cliente, con el objetivo de venderla a otro precio cuando aparezca el comprador. De aquí hay entonces un paso a lanzarse a todo tipo de inversiones, utilizando el capital propio.
Esto es lo que sucedió en los últimos años. A medida que, en los años 2000, crecía el boom de los títulos hipotecarios, los bancos comprometieron crecientes porciones de su propio capital en operaciones especulativas. Lo cual era altamente riesgoso, ya que una caída de los títulos o de los créditos otorgados por los bancos, afectaría directamente al capital propio. Así Lehman perdió, en el año y medio que precedió a su quiebra, unos US$ 32.000 millones por proprietary trading especulando en títulos inmobiliarios y en derivados. Téngase en cuenta que el capital en acciones ordinarias de Lehman era de US$ 18.000 millones. Como ya hemos explicado, esto fue decisivo para precipitar el colapso de éste, y otros bancos.
Por lo tanto, al disponer la reforma financiera que el banco utilice su capital solo para comprar títulos gubernamentales, se intenta limitar este tipo de peligros. También se busca impedir algunas estafas que realizaban los bancos. Por ejemplo, se descubrió que Goldman Sachs armaba paquetes con títulos riesgosos, y los vendía a sus clientes. Paralelamente Goldman utilizaba su capital propio para sobre vender esos títulos; esto es, especulaba con que cayera su valor. En definitiva, operaba contra sus clientes.
La idea de impedir que los bancos operen con su propio capital ha sido alentada por un ex presidente de la Reserva Federal, liberal ortodoxo, Paul Volcker. Volcker ha comparado la operatoria de los bancos con su capital con la actividad de los fondos de cobertura (hedge funds), que se caracterizan por realizar apuestas altamente riesgosas, utilizando dinero de clientes muy ricos. El planteo de Volcker es que, o bien se es un banco, o un fondo de cobertura; pero es inadmisible que haya hedge funds banks. La reforma financiera aprobada, si bien no elimina completamente la operatoria con capital propio, la limita en forma significativa.
Mercado de derivados centralizado
Hasta ahora los mercados de swaps funcionaron de manera descentralizada. Esto significa que las operaciones se acuerdan entre las partes, en los términos convenidos por ellas (sumas involucradas, precios, plazos temporales). Antes de seguir, explicamos qué es un swap a través de dos tipos característicos.
Uno de ellos es el swap de interés variable contra interés fijo. Aquí, las dos partes convienen un valor nocional, sobre el que se calculan los montos a pagar, e intercambian flujos, según varían las tasas de intereses. Por ejemplo, si aumenta la tasa de interés, la parte que se comprometió a pagar la tasa variable deberá transferir la diferencia a su contraparte. Inversamente, si baja la tasa de interés.
El otro caso típico de swap son los CDS (credit default swap), por el cual una parte vende protección a la otra parte ante la eventualidad de que un título (también puede ser una empresa) entre en default. La parte que vende protección se compromete a pagar el valor y los intereses del título si el emisor del mismo deja de pagar. A cambio, la parte que vendió la protección recibe una cierta cantidad de puntos porcentuales de los intereses que paga el título.
Pues bien, la reforma financiera dispone que todas estas operaciones se hagan a través de un mercado centralizado, o Clearing. Al operar de forma centralizada, existe un único precio, conocido por los operadores. Con esto se busca dar transparencia a estos mercados. Además, la Cámara garantiza las operaciones; esto significa que si una de las partes defecciona, la Cámara asume el compromiso de cumplir con la otra parte. En contrapartida la Cámara exige que las partes depositen garantías al momento de cerrar el swap. Ejemplos de mercados centralizados son los mercados de futuros (cambiarios, de materias primas, etcétera) o bursátiles.
La reforma financiera también prohíbe a los bancos operar en derivados. De ahora en más deberán hacerlo a través de sucursales, con capital por separado.
Regulaciones y mercado en perspectiva
Para el análisis de las medidas adoptadas es conveniente tener una cierta perspectiva histórica de la relación entre mercado y regulación estatal. Podemos decir que la misma ha sido pendular. Por ejemplo, en los primeros años de la crisis de 1930, la regulación financiera era escasa, y el Estado tenía poca disposición a intervenir en la economía para salvar a los bancos. La idea prevaleciente era que durante las crisis los capitales más débiles, o menos productivos, debían caer; que la deflación, y el sostenimiento del valor del dinero, ayudarían a “depurar” el sistema económico; y que esto contribuiría a reforzar la disciplina del trabajo, y la sujeción a las leyes del mercado. Esta orientación se conoció con el nombre de “liquidacionismo”. Así, por ejemplo, dado que los depósitos no estaban asegurados, no había forma de evitar las corridas bancarias. Más de 9000 bancos cayeron entre 1929 y 1933, sin que la Reserva Federal interviniese.
Sin embargo, y ante la profundidad de la crisis, en 1933 se produjo el giro hacia una política intervencionista. Además de la devaluación del dólar, se estableció el seguro de depósitos, y se adoptaron medidas de control sobre la futura operatoria de los bancos. En las décadas siguientes estas medidas continuaron aplicándose. Sin embargo los bancos y otras instituciones financieras fueron encontrando medios para eludirlas, y ampliar su fuerza. Por ejemplo, el crecimiento del mercado de eurodólares se debió, en buena medida, a que los bancos estadounidenses eludían, en la década de 1960, las regulaciones que impedían la salida de fondos de EUA. Para eso abrían sucursales en Europa, que aceptaban depósitos en dólares. En el fondo de esta expansión estaba el impulso a la internacionalización del capital, y el desarrollo de la acumulación capitalista, que no puede ocurrir sin el crédito.
La crisis capitalista de los años 1970 se produjo, por lo tanto, en el marco de un capitalismo con fuerte intervención estatal. Desde mediados de esa década, la respuesta del capital más concentrado consistió en volver a mucho de lo que sucedía antes de las regulaciones de 1930. Por ese entonces la opinión dominante en el establishment económico pasó exigir la liberalización de los mercados. En el fondo se pedía que la ley del valor impusiera su rigor; que se eliminaran los capitales improductivos; que se diera paso a una mayor centralización del capital, y al ataque en toda la regla contra los sindicatos y el trabajo. A su vez, el aumento de la desocupación, producto de la crisis, contribuyó a disciplinar a la clase trabajadora. Esta ofensiva –popularmente conocida como la reacción neoliberal– contribuyó al restablecimiento de las ganancias del capitalismo, y a la extensión de las relaciones capitalistas a nivel planetario. Pasadas más de tres décadas, la política oficial ahora se inclina hacia un mayor grado de control estatal. La posición de Volcker, adalid del neoliberalismo hace unos años, es representativa de este cambio de humor.
La pregunta que es dable formularse por lo tanto es si estos movimientos pendulares de largo plazo obedecen simplemente a cambios en las modas, o responden a impulsos más básicos, anclados en las relaciones sociales.
Nuestra respuesta es que estos giros reflejan una contradicción que es inherente al modo de producción capitalista. Es que por un lado el funcionamiento de los mercados, y las leyes de la competencia, demandan un cierto grado de intervención del Estado. Por ejemplo, el Estado es imprescindible para que haya moneda; para sostener y amparar la propiedad privada del capital; y para garantizar el acceso al mercado en igualdad de condiciones para todos los capitales. Esto explica, por ejemplo, que el gobierno de EUA haya intervenido, a comienzos del siglo XX, para desarticular el monopolio de la Standard, cuando amenazó seriamente los intereses de capitales que estaban por fuera del grupo.
Sin embargo, la intervención estatal también puede trabar y entorpecer los mecanismos del mercado y de la competencia, que son los que, en última instancia, habilitan a que actúe la ley del valor trabajo. Por este motivo a períodos de aumento relativo del intervencionismo, le sucedan otros de mayor liberalización. Esto explica también que durante las etapas de auge y euforia, se hace más intensa la presión por quitar regulaciones, o por eludirlas (precisamente cuando más harían falta esos controles). Y durante las fases en que suceden a los mayores hundimientos de los valores, aumentan las presiones para, “ahora sí”, imponer controles y límites a las burbujas y el apalancamiento (precisamente cuando menos falta hacen esos controles).
Las reformas financieras aprobadas deberían examinarse entonces con esta perspectiva general. Además, está pendiente todo lo que hace a la reglamentación y manera concreta de aplicar la reforma. En torno a esta “letra chica”, se librarán las luchas entre las fracciones del capital para mejor posicionarse en la lucha competitiva.
Explicación superficial de la crisis
En el fondo de muchos de los argumentos y razonamientos que circulan hoy encontramos una explicación de las causas de la crisis desesperadamente superficial. Lla historia que se cuenta es del siguiente tipo.
Todo se habría iniciado en los primeros años de la década de 2000, cuando se produjo un exceso de ahorro, y por lo tanto una gran liquidez, a nivel mundial, que se hizo sentir en EUA. Por esa época fondos provenientes de Asia y de Medio Oriente buscaron refugio en EUA. A esto se sumó que las empresas tuvieran también excesos de ahorros líquidos. De conjunto, estos ahorros permitieron que hubiera una baja tasa de interés (coincidente con la política de la FED en ese momento) y proveyeron el combustible para la expansión del crédito y de las finanzas. Las bajas tasas de interés también fomentaron el aumento de los precios inmobiliarios y de diferentes tipos de activos financieros. A su vez, la suba de estos activos posibilitó un creciente apalancamiento financiero (los títulos se entregaban como colaterales para pedir más préstamos, que empujaban nuevas alzas de los activos, etc.). Al mismo tiempo se crearon nuevos y complejos instrumentos financieros que generaron la impresión de que el riesgo se dispersaba, y las inversiones eran seguras; lo que metía más combustible a la burbuja. Todo esto llevó a la sobreexpansión de la construcción de viviendas, y a la burbuja inmobiliaria; que fue alimentada por la codicia de los banqueros y la falta de controles.
Pues bien, en este relato falta explicar un hecho esencial. ¿Por qué diablos es que los fondos líquidos no se invertían en Asia? ¿Por qué las empresas de EUA, y otros países del G-7 tenían liquideces que no reinvertían productivamente? ¿Por qué la inversión se mantuvo relativamente baja en la recuperación de la recesión de 2001? No hay respuestas en el relato oficial para estas cuestiones.
Desde el punto de vista del marxismo, en cambio, estas cuestiones se pueden explicar por una situación de sobreacumulación de capital, ocurrida en EUA a principios de los años 2000; o en países asiáticos en torno a 1997-1998. Lo que destacamos con esto es que la explicación de la crisis no puede prescindir de los problemas asociados a la acumulación y a la rentabilidad de los capitales. La especulación y el apalancamiento son manifestaciones –aunque a su vez reactúan y agravan los problemas– de esas cuestiones. Es utópico pretender eliminar las crisis combatiendo el fenómeno “de superficie”.
Volverán a producirse booms, especulaciones y cracks
Las medidas adoptadas en EUA no eliminarán futuras burbujas, sobre inversiones y cracks. Sí pueden cambiar o eliminarse ciertas maneras y dinámicas en que opera la especulación; o en que se dan los booms. Pero la posibilidad de burbujas, de sobrevaloración de activos, de manías inversoras y sobreacumulación, y sus colapsos posteriores, es inherente al mercado capitalista.
Destaquemos, además, que los banqueros ya están tomando medidas para resarcirse de los mayores costos que pueda ocasionarles la reforma. The New York Times (16/07/10) informa que los bancos están anunciando a sus clientes que aumentarán las comisiones por diversas cuentas, o anularán descuentos. Significativamente, la agencia de protección del cliente va a funcionar en el ámbito de la Reserva Federal; todo un símbolo de la influencia que seguirán teniendo los bancos en su propia regulación.
Más en general, digamos también que el personal encargado de regular la actividad financiera desde el Estado proviene, casi invariablemente, de la actividad financiera. Y vuelve a ella cuando termina sus funciones públicas. De esta manera ese personal “altamente especializado” siempre está empapado de las necesidades del capital financiero; aunque sea pasible de sentir la influencia del resto de los capitales.
Lógicamente, es posible que la limitación del proprietary trading, o del apalancamiento, genere alguna mayor seguridad en la actividad bancaria. Aunque en contrapartida los bancos aumentarán el spread de tasas y las comisiones para mantener sus ganancias; y también deberá tenerse en cuenta que los bancos que operan a cuenta de clientes, y hacen mercado, están siempre a un paso de borrar la diferencia entre actuar con capital propio o prestado.
Sin embargo, y por encima de estas cuestiones, lo más importante es tener presente que los bancos, cualquiera sea la reglamentación que se les aplique, ineludiblemente deberán seguir prestando a empresas o consumidores. Por eso, cuando estalle la próxima crisis de acumulación, y las empresas quiebren y despidan trabajadores, los créditos no se podrán devolver, y los bancos sufrirán las pérdidas de todas maneras. Entonces nuevamente el Estado correrá a salvarlos, y nuevamente se iniciará una ronda de discusiones sobre más o menos regulación… hasta la siguiente crisis.
Más aún, ya en estos momentos todo el sistema bancario está en peligro ante la posibilidad de que se produzca el default de la deuda griega, de otros países europeos, o de Dubai. Aunque muchos de esos bancos acreedores no hayan invertido su propio capital en estos títulos; y aunque tengan un bajo nivel de apalancamiento, nada los salvará del golpe de desvalorización, en caso de que ocurra el default.
Los bancos tampoco serán inmunes a futuros cambios de tasas de interés, que la mayor parte de las veces están vinculados a problemas de la acumulación. Dado que los bancos invierten en títulos de largo plazo, y toman dinero a corto plazo, cuando cambian las condiciones de fondeo (por ejemplo, cuando aumentan las tasas de interés que deben pagar para retener a los depositantes), sufren pérdidas por “descalce”.
Los que quieren arreglar al capitalismo con reformas suponen que, de todas formas, los reglamentos y supervisiones estatales acabarán con la especulación. Pero la realidad es que los bancos y las instituciones financieras no bancarias la mayor parte de las veces encuentran formas de eludir esas reglamentaciones y obstáculos. Las maniobras que realizaron en los últimos años para eludir las reglamentaciones de Basilea sobre capital bancario, lo demuestran. Además, cuando aumentan los precios de los activos, y las ganancias florecen, los capitales líquidos se escurren por todos los poros de la economía, para seguir alimentando la fiesta (que, naturalmente, se asienta en la extracción de plusvalía). En todo caso, es posible que si la tasa de ganancia de los bancos es relativamente baja, muchos capitales líquidos no se vuelquen al sector. Pero usarán otros canales, como los fondos de cobertura, de inversión, etc., para participar y alimentar el auge y la especulación. Destaquemos también que estos capitales provienen de todos los rincones del universo capitalista. Muchas veces son fondos líquidos (por ejemplo, por amortización) de empresas productivas de diversos sectores; otras veces son fondos de pensión, o de las empresas de seguros. Por eso se trata de una cuestión del conjunto del capital, no de una fracción.
La mecánica se repite una y otra vez. Cuando cunden las olas de optimismo, los capitales dinerarios se dirigen a las ramas o sectores que prometen mayores ganancias; lo que lleva a la baja de las tasas de interés que se cobran por los préstamos a las empresas involucradas en esas actividades. La suba del precio de los activos, a su vez, da lugar al apalancamiento, y alimenta el boom. Lo que impulsa aún más la manía inversora de empresas, deseosas de mantenerse en los mercados y resistir la lucha competitiva. Esto se prolonga hasta que estalla la crisis y todo revierte a la baja, destruyéndose enormes sumas de capital, provocando devastación de fuerzas productivas, y penalidades a los trabajadores.
Veamos todavía la cuestión a través del prisma de los mercados financieros. Como hemos explicado, pareciera que es toda una “solución” a los males de la especulación con derivados crear un Clearing y centralizar estas operaciones. Pero los mercados de futuros o bursátiles son centralizados, y las burbujas y movimientos especulativos se suceden en ellos con toda regularidad. ¿Por qué debería cambiar el asunto con respecto a los mercados de swaps?
En conclusión, la reforma financiera está acorde con el diagnóstico dominante sobre las causas de la crisis, y encaja en la idea de “domar a los mercados” para impedir nuevas crisis. Pero no existe ninguna base objetiva para poder sostener que eliminará las contradicciones de fondo del sistema capitalista, que darán lugar a futuras crisis de acumulación.
Rolando Astarita
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